Decía el Dr. Guillermo Vidal: “Pocas historias habrá tan edificantes como la de la Medicina. Ella no sabe de guerras fraticidas de miserables explotaciones. Es una historia noble, profundamente humana, en la que el amor y la abnegación corren parejas con las más puras ambiciones. Recordarla constituye un deber de justicia, cuando no un ejemplo alentador para los jóvenes galenos que, tesoneros en el ensueño trabajan para mejoramiento de la humanidad doliente” (sic).